trencacotxes

dissabte, 26 de desembre del 2009

Cosas pendientes...

Son las cinco de la madrugada. Estoy en la casa de colonias en la que trabajo, durmiendo mientras repongo fuerzas para un nuevo día frente a 300 niños y niñas. Sueño. Soy feliz.

Suena el teléfono. Nada bueno tan temprano.

Llaman del hospital. Mi padre esta ingresado en estado grave. La voz al otro lado del teléfono me pide que abandone el reposo en que me hallo y corra a Barcelona. No hay tiempo que perder. Nada puedo hacer allí, pero debo ir.

Ya estoy vestido y montado en la moto, corriendo hacia la ciudad. Solo han pasado cinco minutos pero soy consciente de ello a pesar del velo de irrealidad que me envuelve.

Llego a mi cita con el destino. Me informan que mi padre ha muerto. No ha servido de nada correr para poderle decir que le quiero, que nadie ha podido tener un padre mejor que el mio, que los dos últimos años que hemos pasado juntos los tres (mi padre, mi hermano y yo) han sido los mejores de mi vida, que le perdono por no haber estado todo cuanto habría querido, que para mi no ha tenido importancia.

Nada de eso es posible. Yace sobre la camilla con cara de tranquilidad y eso me complace. No parece haber sufrido.

Desde ese 13 de mayo han pasado siete meses y doce días. No lo he superado aun. Sigo pensando en ti como si todavía fuera a recibir una de tus llamadas para tomar una birra juntos. Sigo pensando que este año no recibiré tu escueto mensaje de felicitación por mi cumpleaños.

Nunca he creído en el mas allá, pero si existe, se que estas velando por nosotros igual que lo hiciste siempre, que sabes que no te olvidamos. Sabes que no morirás mientras no te olvidemos, y ninguno de nosotros te olvida. Ni Aimar, ni Gloria, ni Haizea, ni Ariadna ni por supuesto, yo.

Te queremos Paco. Te quiero papa.